El Rock... ¿Está muerto?

Llevan dando por muerto o moribundo al Rock&Roll más de 50 años desde que Elvis Presley empezó a ganar unos kilos de más y The Beatles se separaron. Llevan diciendo que el Rock&Roll está en cuidados paliativos desde que tengo uso de razón, y el primer recuerdo cercano con la supuesta muerte del género, fue en abril de 1994 cuando tras la muerte de Kurt Cobain daban ya por finalizada la era de las guitarras. Y así con un sinfín de casos a lo largo del tiempo.

 

Pero la realidad es muy diferente. El Rock es como la energía, no se destruye, se transforma.  Lo hemos vivido en nuestras carnes en estos últimos días viendo como AC/DC vendía más entradas que Taylor Swift, como cada día afloran más festivales que apuestan por el Rock y como los murcianos Arde Bogotá han entrado en el panorama musical como una estampida ganando 6 Premios de la Academia de la Música. Porque, aunque llevan un tiempo destacando en la escena y enamorando a miles de personas por allí por donde pasan, seguimos siendo el país del reconocimiento y la titulitis.

 

Todo esto son hechos que me hacen muy feliz, porque las mentiras a base de ser repetidas muchas veces, calan en la sociedad como una rotunda verdad. Y que el rock no vende, que no mueve masas y que está muerto es una de ellas. Pero cada cierto tiempo cuando los propios amantes del Rock nos empezamos a creer ese discurso falaz, ocurre un hecho que nos vuelve a demostrar que el Rock sigue vivo y coleando.

 

Y es que el efecto contrario que están produciendo Arde Bogotá no es nuevo, ha pasado siempre. Pero recientemente lo considero muy similar a lo que ocurrió con Maneskin hace unos años tras ganar Eurovisión. Cuando todos daban por perdido, desfasado y enterrado el movimiento de melena al viento al son de un riff de guitarra, llegaron los cuatro de Roma y cambiaron la concepción establecida y creída por muchos de que el Rock&Roll estaba muerto. Y si estaba muerto, lo resucitaron.

 

Y justo cuando muchos se estaban olvidando de las guitarras y eran engullidos por la música urbana como si fuera el único destino posible de la industria, aparecen otros cuatro jovencísimos rockeros, pero esta vez de Murcia, para gritarle al mundo a los cuatro vientos, ¡EL ROCK SIGUE VIVO!

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